RELATOS

0: El tipo me apoyó sobre el pie una serpiente grande e inofensiva. Yo me quedé inmóvil, estremecida, sintiendo como el animal subía lento y húmedo desde el tobillo hasta mi entrepierna.
1: Puse una mano adelante sobre mi sexo y la otra atrás, bajando por la cola hasta tocar los dedos de la otra. Entonces, manteniendo las piernas bien abiertas, me balancee sin parar hasta sonreír de gusto.
2: Por la tarde salimos a montar a caballo. Yo me subí a la yegua, un hermoso y delicado ejemplar de andar suave, que contoneo su cuerpo al ritmo del mío y llenó de roces y caricias mis zonas más sensibles.
3: Todo lo que ellos querían era verme las tetas. Despacio me saqué las pendas y mis pechos aparecieron flotando, esponjosos como dos frutas jugosas, esperando un buen chupón y un mordisco.
4: Nadie sospechaba que con esa carita de ángel fuera a hacer lo que hice. Después de comer, cuando todos dormían la siesta en la sombra, fui de uno en uno tocando sus sexos y lamiendo sus bocas.
5: Una de las parejas estaba haciendo el amor sobre el pasto. Los observe unos minutos y empecé a desnudarme. Cuando ella vio que me acercaba se mordió los labios y me invitó a sumarme.
6: Me calzaba sólo los zapatos y salía al patio. Había dos vecinos que siempre me espiaban, yo simulaba no verlos. Un día vi que se masturbaban y me quede meneando el culo hasta que acabaron.
7: Dentro de la casa hacíamos el amor todo el día. Después acalorada, salía al hall llena de orgasmos para airear mi sexo encendido y sentir los refrescantes fluidos del placer resbalando por mis piernas.
8: Cuando llegué, la casa parecía vacía. Al entrar vi por la ventana algunos hombres fumando en el fondo. En una de las habitaciones, en pleno silencio, seis señoritas en ronda lamían sus tetas la una a la otra.
9: El lunes llegó un tipo desconocido. Lo lleve al baño y le saqué la ropa. Cuando lo puse en medio del patio, las chicas salieron de la piscina y en pocos minutos estaban todas acariciando su erección y sus labios.
10: Al final me enamoré del de pelo cortito. Como despedida de las vacaciones, nos la pasamos besando nuestros sexos. Para mostrarle cuanto me gustaba yo dejé mi boca en el suyo hasta el final.
11: Piernas y lenguas; culos y manos; sexos y bocas. La chica pelirroja enjabonándose las tetas y el tipo del tatuaje pasándose la esponja. Todos soñábamos cosas parecidas esas vacaciones.
12: Todavía no me había animado a contar que había visto a tres de las chicas masturbándose con las bananas peladas para el postre. Sobre todo porque luego todos comieron con agrado su ensalada de frutas.
13: La mujer extranjera no quería que nadie la tocara. Los demás la tomaron por la fuerza, le llenaron el cuerpo desnudo con miel y pasaron sus lenguas por cada rincón. Ella les suplicó más y más.
14: A la mañana el tipo mayor vino hasta mi cama. Sin decir nada y tomando mi mano me llevó afuera. Me dijo que no necesitaba tocarme, le bastaba con que le sonriera y me desnudara.
15: Todos los días salgo a tomar el fresco de la vegetación. Cierro los ojos y me acaricio todo el cuerpo. Aunque sé que estoy sola tengo la sensación real de que muchas otras manos me acarician también.
16: Colgadas como monos de los árboles, tres chicas juegan a la selva. La pelirroja, salvaje, muerde las tetas; la morocha, traviesa, da lengüetazos sorpresivos; la rubia, poderosa, mete dedos atrevidos.
17: Todas las chicas compartíamos el mismo gusto: nadar y broncear nuestros cuerpos desnudos. Un día mientras tomaba sol boca abajo, una de ellas me mordió la cola y cuando grite puso su lengua en mis labios.
18: Él le dijo que había sido muy mala. Así que la puso de espaldas y le llenó el culo de chirlos. Después, para consolarla, se lo acaricio con la lengua, los dedos y la punta de su sexo.
19: La tía mayor del dueño limpiaba la pileta los martes. La mujer se sorprendió, pero le gustó y no dijo nada cuando los tres muchachos aparecieron y le hicieron de todo.
20: La boca de él estaba besando el sexo de la rubia. Entonces ella pidió meter el cuerpo en el agua, dejando el culo afuera. El tipo acercándose erecto, quiso sumergirse profundo en ese culo flotante.
CONFESIONES, FANTASÍAS Y AVENTURAS ÍNTIMAS
Catorce Relatos Eróticos
©, 2010 CP Cecile Pleasure . ISBN 978-987-05-9102-3
1. LAS PRIMERAS CONFESIONES

Extraña y excitada tarde de lunes.
Buscando inspiración en los archivos de mi computadora voy encontrando algunas cosas eróticas, sugerentes. Y ya se sabe como funciona: una imagen lleva a la otra, otra a un video y el video a internet. Nunca tengo tiempo de hacer la gran porno web y navegar por todo lo que se ofrece, pero hoy tenía una buena excusa: unas ganas impostergables.
Solo estoy en frente de la pantalla cuando trabajo así que tampoco es posible dedicarle un gran espacio, pero a veces cuando tengo la oportunidad de hacerlo, termino en la oscuridad de algún rincón de mi lugar laboral descargando orgasmos en menos tiempo de lo que lleva abrir una puerta y con la adrenalina de que alguien entre de sorpresa, pero negada a parar pase lo que pase.
Después emprenderé el regreso, desde la ciudad al barrio.
Por suerte los hombres que cruzaré en el viaje hasta mi casa no tienen, aunque estimo que de alguna forma sí, el instinto de perros y otros animales que podrían saber cuál es el estimulado estado de mis partes intimas y excitarse con ello.
En la noche de este lunes, lo bueno es que sentir la humedad de mi oculta prenda interior me excitará a mi, y llevaré como un secreto el recuerdo del placer apenas reciente.
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Me preparo para escribir.
Lo primero que hago es tomarme una foto. Para ello me paso veintidós veces el brillo por los labios. Adoro sentir la boca empastada de buen aspecto y sensación “chupapija”.
Antes de sentarme a redactar, venía caminando por la calle pensando en la efervescencia que sentía. Todos experimentamos esa sensación cuando tenemos un buen día. Paseaba por la avenida fantaseando con hacer por hacer, sin medidas, sin reparos: robarle un beso a cualquier tipo desprevenido; disparar un mano hacia su bragueta; pasar por al lado de un grupo de hombres envalentonados y ser más descarada que ellos, respondiendo a sus groserías con diversión.
Me da gusto recibir guarradas por la calle. Cuando voy a cruzar un grupo de hombres que sé que va a mirarme y hablarme me preparo para pasar parando bien el culo. Como a cualquiera, lo asuma o lo niegue, no hay nada que me excite mas que excitar. Así seré: la vieja y conocida “calientapava”. Aunque alguna vez se me haya ido de las manos... Como en aquella oportunidad, que estaba tomando cerveza en una almacén con cinco empleados que habían cerrado ya el local, y yo, que antes estaba tomando en la puerta y fui invitada a pasar. Adentro corrió mucho alcohol mientras en una T.V. veíamos películas porno (¿¡que hacías allí Cecile!?).
Entonces en medio de un clima de excitación general y miradas lascivas que me apuntaban, alguien me dijo: ¿Quién te gusta de nosotros? Señalé a un antiojudo tímido que estaba en la caja. Lo llevé a la vuelta de la esquina, me puse de espaldas de parada, me bajé el pantalón, me incliné hacia delante y le pedí que me la meta. Él se quejó de que estaba casado, pero lo hizo igual y dio unos cuantos empujones. Aún así, no sé si por el alcohol o por la culpa, no pudo seguir. Una simple aventura entre dos completos extraños.
Hoy recuerdo esa historia con asombro, como si lo hubiera soñado.
Hoy recuerdo esa historia con asombro, como si lo hubiera soñado.
A veces de la fantasía a la acción hay una abismo y otras se concretan sin siquiera dar un tiempo para pedir permiso a la razón.
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3. AVENTURAS DE VERANO
Recuerdo ese enero como unas vacaciones más calientes y alcoholizadas. Aquellas que pasé en las playas y zonas escasamente urbanizadas del este del Uruguay. Allí mismo, donde me sentaba por las noches a tomar cerveza en la puerta de un almacén muy particular, hice amistad con un cuarentón que sinceramente no me movía un pelo. Aunque a él no le pasaba lo mismo conmigo, si no lo contrario.
Matábamos el tiempo fumando y tomando cervezas heladas, hasta que un día fuimos a la playa de río que quedaba a una cuadra. Alumbrados por la luz de la luna, y rodeados de cangrejos que salían a dar paseos nocturnos, nos desnudamos y nos metimos en el agua. Cuando salimos nos besuqueamos un poco. Yo que no tenía interés de ir mucho más lejos, le regalé una buena paja en la playita y él agradecido se descargó con un final suculento que yo limpié de mi mano en la arena. Otra noche conocí a un pibe del barrio que me invitó a comer pizza. A él le regalé algo más por que me gustaba y fuimos al baño de la pizzería. Se acomodó sentado en el inodoro y yo de espaldas subí y bajé mostrando todas las cualidades de mis muslos gauchitos para el sube y baja. Al que no le gusto mucho fue a un mozo que nos sacó a gritos y empujones.
La noche más extraña la pasé un día que bebí sola en el único bar de la zona. Un lugar frecuentado por una pequeña clientela de entre cinco y nueve viejos de pueblo de mar que se juntaban allí a jugar a las cartas y tomar bebidas espirituosas hasta altas horas de la madrugada. Definitivamente sapo de otro pozo, única mujer casi adolescente entre un puñado de viejos alcohólicos, desubicada y descarada pedí mis cervezas uruguayas de litro, las tome en una mesa individual y más tarde me fui caminando por las callecitas desiertas. Estaba muy tomada, pero no tanto como para no darme cuenta de que un tipo me seguía. El resto es una nebulosa. No se que hice, pero al otro día empezaron a decir que faltaban cosas en la casa, en el baño, en la cocina y yo en plena resaca no entendía nada. Entendí menos cuando me levanté y vi mi bombacha... ¡cortada como con tijeras de uno de los lados!
Nunca, supe que pasó.
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La boca es sin duda uno de los lugares más erógenos de mi cuerpo. Un buen beso puede calentarme al máximo, igual que uno malo puede desanimarme en absoluto.
Me gusta el beso suave y el de lengua profunda, pero no tan movediza. Me gusta la succión de los labios, juntos o separados, algunos mordiscos sin dolor.
Me gustan los besos robados: como el que le di el sábado a un desconocido en un recital de rock multitudinario; como los que hace algún tiempo le di a un amigo que aprecio; u otro que en el furor del pogo en un show de N.Y. Dolls salió de mi boca para tocar la lengua de un pendejo punky de escaparate, que quedó sorprendido y entusiasmado.
Lo que me gusta es jugar, mezcla de ingenuidad inofensiva y perversión planificada.
Y por qué no con una boca femenina, delicada, distinta a la del hombre, que de todas formas prefiero. Aunque debo admitir que mis últimos besos con una chica no me generaron mucha excitación, en algunas experiencias con labios de mujer tuve sensaciones tanto agradables como extrañas.
Como sea, el beso más que recibirlo me gusta darlo, propinarlo, aplicarlo a la otra boca como a un ataque directo e hipnótico.
El beso que más me excita es el que doy con desesperación, con voracidad, con los ojos cerrados y la boca lubricada del más jugoso néctar sensual.
Nada más y nada menos que un "buen" beso.
5. LUGARES, POSICIONES Y FORMAS DE PLACERNada más y nada menos que un "buen" beso.
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Me gusta el sexo sobre la cama. No soy de esas personas que hablan mal de ella sólo por que no saben como sacarle provecho siendo creativas. Son muy cómodas, hay que aceptarlo. No obstante no me da lo mismo cualquier cama. Por ejemplo, nunca fui a un hotel alojamiento. En primer lugar porque realmente no se ha dado la oportunidad. Además, si tengo que elegir, para camas, prefiero la mía. Si tengo que optar por otro lugar, entonces me resulta más estimulante, hacerlo en lugares extraños, inesperados. Incluso en mi propia cocina, mientras preparo la cena. En un pensamiento, con expresión de deseo, tengo la sensación de la sorpresa inminente de unas manos alzándome la pollera e inclinando mi torso hacia delante, sobre la mesada.
De las experiencias vividas, las hay más típicas o menos usuales. Pero siempre con el ímpetu espontáneo de aquel polvo que no puede esperar y se ejecuta en cualquier parte: el costado de las vías del ferrocarril, de parados, pisando el barro; en un tren esperando para salir en la estación central, en la afortunada oscuridad de un vagón de pasajeros; en los baños de varios bares, me encanta, aunque siempre viene alguien que me echa; en el auto, sí, es un clásico, pero me acuerdo de uno muy caliente en la costanera, todos los que estaban allí estacionados parecían dispuestos a lo mismo y yo la pasé increíble, sentada de frente a mi compañero en el asiento del conductor, él con mis tetas en sus manos y su boca, yo con el volante empujándome el culo hasta un dulce orgasmo.
En lugares inusuales generalmente la posición debe adaptarse a las circunstancias, no queda otra. Sea en la cama o en otros sitios, prefiero tocar, a que me toquen, chupar a que me chupen. Siento de veras, que puedo percibir en mi misma las sensaciones ajenas. Disfruto llevarlo al extremo y allí quedarme, insistir, persistir. Dulcemente, provocar aquel exacto y deseado punto caramelo en el límite de su delicia. Allí estaré presente ,a la misma temperatura, preparada para subirme a la cresta de la ola y empezar a transitar el tan anhelado principio del fin. ¡Alegría!
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6. MUJERES, CAMAS COMPARTIDAS Y JUEGOS PELIGROSOS
Confieso que he tenido alguna vez, algunos períodos de fantasías con mujeres. Tiempo atrás las he pensado, las he observado, las he soñado. Tengo la cualidad de mantener los sueños muy vividos al despertar como si hubieran sido experiencias reales.
Tuve también, fantasías sobre formar camas compartidas y las he intuido tan interesantes como peligrosas. Porque siempre existirá el celo, directo o indirecto; la posibilidad de que alguien no te guste o que te guste demasiado, y entonces...Algunas experiencias con mujeres me han desilusionado un poco. Aunque las chicas en cuestión parecían entusiasmadas, yo no terminaba de tomarle el gusto. Ojo, soy la primera en darme vuelta para seguir con la mirada un buen par de tetas o un culo. Pero al final los hombres me pueden, definitivamente.
Tuve también, fantasías sobre formar camas compartidas y las he intuido tan interesantes como peligrosas. Porque siempre existirá el celo, directo o indirecto; la posibilidad de que alguien no te guste o que te guste demasiado, y entonces...Algunas experiencias con mujeres me han desilusionado un poco. Aunque las chicas en cuestión parecían entusiasmadas, yo no terminaba de tomarle el gusto. Ojo, soy la primera en darme vuelta para seguir con la mirada un buen par de tetas o un culo. Pero al final los hombres me pueden, definitivamente.
Una vez una chica se enamoró de mi. Me envió correos anónimos y finalmente se presentó. Me conocía, me deseaba. Un poco después, blanqueada su fantasía, nos vimos muchas veces en distintas circunstancias entre otras personas. Pero yo no compartía su deseo. Sin embargo una noche cedí, por curiosidad, también para darle el gusto y (traviesa Cecile...) fui la que dio el primer paso. Mientras nuestras parejas habían salido, y, con la excusa del frío, me deslicé bajo su frazada. Entonces nos besamos, nos tocamos, nos chupamos. En cierta forma ella no lo podía creer y yo, que en verdad no sentía una atracción concreta, de todas formas estaba muy excitada con la experiencia. Su boca me resultaba extraña, pero el deseo que ella sentía por mi, me hacía querer seguir mientras sentía como se derretía, gemía, se contorsionaba. Después llegaron ellos. Al principio lo disimulamos y después continuamos. Había que ver qué pasaba... Los muchachos no pudieron dejar de mostrar cierta sorpresa, luego, tal vez algo tímidamente, se fueron integrando al juego.
La mañana nos encontró a los cuatro compartiendo la misma cama; algunos más entusiasmados, otros más incómodos. Yo me sentía la pieza privilegiada. En un momento vi la escena desde afuera y me encontré en el centro de la acción: ella usaba sus dedos, investigaba, me tocaba; uno la acompañaba, otro me besaba. Así sí, ¿no? Así cualquiera quisiera hacerlo. ¿A quién no le gustaría sentirse semejante "manzana deseada"?
Al final, en el placer, la reglas parecen poder ser un todo vale. Pero el deseo tiende a ser egoísta y traicionero, porque por la naturaleza de su propia definición, nunca termina de satisfacerse por completo.
La vida de pareja tiene sus desventajas y sus virtudes. Lo que mata, obvio, es la rutina. Pero si se cuenta con la fantasía, siempre habrá nuevos aires. Será entonces propicio, tener a mano alguien que te guste mucho para poder concretarlo sin "efectos secundarios".
Tal es el caso, del polvo a pedido en el asiento trasero del auto que mi pareja me regalo ayer a la noche en la oscuridad del garaje.
Vidrios empañados, sudor, flujos, ritmo veloz y final feliz.
La mañana nos encontró a los cuatro compartiendo la misma cama; algunos más entusiasmados, otros más incómodos. Yo me sentía la pieza privilegiada. En un momento vi la escena desde afuera y me encontré en el centro de la acción: ella usaba sus dedos, investigaba, me tocaba; uno la acompañaba, otro me besaba. Así sí, ¿no? Así cualquiera quisiera hacerlo. ¿A quién no le gustaría sentirse semejante "manzana deseada"?
Al final, en el placer, la reglas parecen poder ser un todo vale. Pero el deseo tiende a ser egoísta y traicionero, porque por la naturaleza de su propia definición, nunca termina de satisfacerse por completo.
La vida de pareja tiene sus desventajas y sus virtudes. Lo que mata, obvio, es la rutina. Pero si se cuenta con la fantasía, siempre habrá nuevos aires. Será entonces propicio, tener a mano alguien que te guste mucho para poder concretarlo sin "efectos secundarios".
Tal es el caso, del polvo a pedido en el asiento trasero del auto que mi pareja me regalo ayer a la noche en la oscuridad del garaje.
Vidrios empañados, sudor, flujos, ritmo veloz y final feliz.
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7. A MÁS PROHIBIDO, MÁS DESEADO
Muchos han de saber, o al menos intuir, que conquistas de ciertos territorios dependen mucho más del explorador que del dueño/a del paraíso.
No apto para aquellos poco perseverantes o impacientes que se resignen ante el primer no, la tarea requiere de un trabajo fino para lograr enclavar la bandera de la victoria. Para colonizar estas latitudes nunca estará de más un buen lubricante en cantidades suficientes pero, sobre todo, se necesitará la más habilidosa técnica de ignorancia a los pedidos de detener la acción. Habrá que estar preparados para un violento cambio de parecer, y exclamaciones que partirán desde un "Ay, no, no , no, ay, ay!" para llegar por fin a un seguro "Si, si, ahora si, asssiiii !!!"...
Habrá aquellos que optarán hacerla más fácil con algún anestésico. Tal vez habría que pensar si insensibilizarse es una opción o una decepción, si por evitar el dolor se pueda perder también el placer...
Preferiré entonces hacerme cargo de mis quejas y negaciones. Podré pedir oídos sordos para cuando diga basta porque sé que después, cuando haya dejado de resistirme y quiera solo entregarme, mi cuerpo entero habrá sido gozado, amado y satisfecho, por el deseo propio y ajeno.
Luego, todo quedará a flor de piel, a pedir de boca, a pura sensibilidad.
Arderán con alegría los restos de una fogata que tardará en ser cenizas. Permanecerán incandescentes las brasas aún tibias, que podrían volver a encender la hoguera, con el más mínimo soplo de un viento tierno, experto y amante.
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8. PLACER EN SOLEDAD

La práctica de la autosatisfacción es sin dudas una cuestión importante que, al parecer, muchas veces puede determinar la capacidad orgásmica de una mujer. Y me permito ponerme seria (el placer sexual es algo serio), para nombrar algunos datos estadísticos: El 10 % de la mujeres no pueden alcanzar un orgasmo, el 50 % de la mujeres dice poder alcanzar solo un orgasmo, el restante 40 % pueden tener más de uno y de esta última parte solo un 7 % puede tener más de uno y ante más de un tipo de estimulo (masturbación, relación sexual, etc). De aquí desprendo una reflexión: me siento una privilegiada de estar entre ese último porcentaje. Pero eso no es todo.
De mi primera experiencia tengo difuso recuerdo. Creo poder ubicarla alrededor de los 12 años, en la que tuve una única y desconocida sensación. De allí en adelante mis masturbaciones se convirtieron en "sesiones de masturbación". Siempre pude tener más de un orgasmo y me entretenía con el hecho de poder contarlos uno por uno como logros de placer en soledad.
Un día, alrededor de los 17 años, me propuse ir más allá y no parar hasta que me aburriera. Nunca supe si la cuenta que llevé fue acertada o no, pero calculé unos 100. ¿Que cómo es eso? Bueno, hay primero uno fuerte, después una seguidilla de fáciles, luego alguno que cuesta y cuando se consigue vuelve a ser fuerte, y finalmente largos períodos de orgasmos intermitentes, prácticamente continuos, pequeños y placenteros. A partir de ese día ya no me conformé con algunos, y llegué a pasar los segundos de espera entre uno y otro leyendo algún libro o revista. Y no necesariamente eróticos, aunque para empezar siempre podía encender el fuego con alguna revista. Mi favorito a muerte siempre fue el comic, erótico o no. Y lo sigue siendo.
Más de una vez me sentí un poco intrigada sobre esto de la exuberante cantidad, pues no es algo de lo que me anime a hablar demasiado. No tengo muchas amigas mujeres y con las pocas que he hablado no encontré ningún caso como el mío. Por eso no hace mucho tiempo otra vez quise calcular la cantidad y en lo que duró una hora, a intervalos de segundos entre uno y otro, pude calcular unos 180. A mi me enorgullece y se que puede parecer falso, pero puedo decir dos cosas al respecto: una, que no me importa en absoluto pues yo sé muy bien lo que siento, y dos, que no tengo ninguna razón para mentir.Cabe mencionar, por pura curiosidad, que la forma en que lo hago nunca fue la clásica estimulación manual, sino acostada boca abajo con cualquier cosa que me sirva de bulto entre las piernas. Después de tanto tiempo en esa costumbre, cierta vez logré hacerlo en la forma tradicional. Fue todo un acontecimiento para mi, aunque no puedo de esa forma alcanzar más que unos cuatro. Respecto a los orgasmos en compañía, he logrado un promedio de diez, que siempre podrían ser más. Pero no creo que haya, ni lo pretendo, alguien capaz de aguantar toda la sesión como cuando estoy sola. Como sea, lejos de un mero cachondeo, la cuestión me resulta un tema de real salud psicofísica.
Tan en serio me lo tomo, que ahora mismo, como cierre, voy a volver a hacerlo. Espero que todo lector o lectora, que quiera y pueda, me dedique y se dedique un buena "paja" en homenaje al placer y a si mismo. Todos lo merecemos.
Masturbación dulce y amorosa o salvaje y de descarga. ¡Salud!
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En el día a día hay todo tipo de momentos. Si se es atento, dentro de ese tiempo siempre se pueden encontrar sensualidades y erotismos cotidianos. Hay ciertas cosas que me estimulan como persona y ciertas otras que despiertan en mi una excitación imprevista. Intentaré hacer de ellas una descripción errática hasta formar un cóctel explosivo, para cuya preparación solo me dejaré llevar.
Aunque pueda parecer lo contrario, soy una persona de bastante a muy reservada. Sin embargo, me estimula mostrarme, por dentro y por fuera. Lo disfruto como quien convida un bombón de licor: el chocolate luce bien y al morderlo se espera con expectativa su néctar oculto. Adoro ese sorprender de a pequeñas dosis.
Soy felinezca. Me calienta la hora de la siesta, con la panza llena acostarme al sol para ronronear y que me mimen. Sin llegar a la incomodidad, me gusta usar pantalones muy ajustados de esos que te hacen el amor en todas partes. Casi nunca uso polleras, pero disfruto de llevar alguna muy corta en alguna tarde agobiante de verano, usando debajo una ropa interior muy pequeña, lo que produce la sensación de estar desnuda en la vía pública.
Me parece muy excitante sentir una erección con ropas de por medio. El roce, la presión contra mi, los besos. He llegado a acabar en sólo con ese estímulo.
Me gusta estudiar y hay que leer largos textos monótonos. En ese tedio adormilado y con ansias de terminar, no puedo evitar que mi rotulador o lápiz empiece juguetear sobre mi sexo para deslizarse cada vez más y más abajo. Traviesos útiles...
Todo bien con el porno, pero me calenté mil veces más con las rayas y el sonidos de un codificado sin decodificar, y su capricho de "te muestro, no te muestro y... ¡no sabes lo que te estas perdiendo!".
Me atraen las manos grandes de hombre fuertes y los tipos con mamelucos de trabajo haciendo labores grupales en calles, vías, obras.
Me gusta acariciar el cabello de su nuca, sus mordiscos suaves, sus besos negros, sus chirlitos en la cola.
Me estimula compartirlo todo, ser autentica, descarada, sin histeriqueos.Amo este erotismo tipográfico para el deleite de mis y tus más bajos instintos. Festejemos...
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10. NUESTRA PRIMERA VEZ JUNTOS
Éramos bastante amigos, pero nunca nos observamos con deseo. Al menos lo sé bien de mi parte. Pero un día todo cambió. Algo en nuestra intrascendente relación se modificó y nunca volvió a ser de desinterés. Poco a poco nos volvimos obsesión el uno para el otro. Tiempo después conversamos la forma en que en aquellos días, nos pensábamos, nos deseábamos, nos dedicábamos masturbaciones y hasta nos soñábamos.
Durante unos dos meses hubo entre nosotros una atracción magnética, que para el resto de los presentes resultaba totalmente invisible. Mientras todos conversaban e interactuaban, nosotros estábamos ausentes de esa realidad y solo existíamos en el intercambio de nuestras miradas que cortaban el aire. Parece una pavada, pero aquel que lo haya experimentado sabrá de lo que hablo, de hasta que punto se puede tener sexo con alguien, sin siquiera tocarlo. Así estábamos, a punto de estallar, armando una bola de nieve que se alimentaba de expectativa y abstinencia de algo que parecía no llegar, pero que al mismo tiempo era tan real que casi se podía tocar. El efecto de "olla a presión" fue el que construyó el grado explosivo de excitación que hubo cuando se concretó el contacto.
Ese día salí de mi casa muy decidida con una mochila y nada más. Lo llamé desde el teléfono de una amiga y le dije que quería verlo, pronto, en la estación y allí nos encontramos. Cuando nos vimos nos dimos muchos besos desesperados y paramos solo para subirnos al primer tren que llegó al andén. Una vez arriba del tren no hubo vuelta atrás, nos refugiamos en una de esas puertas individuales y la deshicimos a apretones, besos, chupones y frotaciones, desde la cabeza a los pies. Después metí la mano en la mochila y agité enfrente de su cara un manojo de llaves de la oficina en la que trabajaba que, oportunamente, estaría deshabitada ese día.
En el viaje casi ni hablamos. No había mucho que decir, sobraban las palabras en esa situación. Pero todo estaba claro: hoy pasaríamos de la fantasía a la acción, era un hecho para el que la ansiedad había desaparecido y solo quedaba el goce del cada momento. Lo que no sabíamos era lo mucho que nos íbamos a sorprender mutuamente cuando descubriéramos que nos gustábamos aún más de lo que creíamos remotamente posible.
Llegamos a la oficina y nos empezamos a besar cuando, en un rapto de cordura, se me ocurrió salir a comprar preservativos. Ya de vuelta, la cosa se puso muy caliente. Toqué su erección muy dura abajo del pantalón y no aguanté más. La bragueta se abrió, su sexo salió, lo miré. Luego lo miré a él a la cara. Miré su sexo otra vez, otra vez a su cara, y de nuevo a su sexo y no pude hacer más que llevármelo a la boca. Pero ya nada era suficiente y la penetración se hacía inminente, así que de parada me incliné hacia adelante y se concretó. La posición no duró mucho y en un instante estábamos en el piso. Recostada sobre su cuerpo, excitadísima, no podía creer la calentura que estábamos desahogando en ese momento y no quise más que regalarle un orgasmo. Como era nuestra primera ves juntos lo guié, le dije que atendiera a mis tetas mientras hacía lo mío y en pocos segundos le avisé que estaba a punto. Acabé una vez, dos, tres y perdí la cuenta para terminar con un precoz "¡Amooorrrr...!", que le dije mirándolo a la cara con total despreocupación y llenando sus mejillas de besos cariñosos, agradecidos, sinceros.
Después le tocó a él y después nos tocó a los dos otra vez. En el piso, sobre el escritorio, otra vez en el piso.
Nos dormimos tirados en el suelo.
Despertamos de a ratos, y cuando nos dábamos cuenta de que estábamos juntos y podíamos repetir aquella maravilla, con las rodillas, los codos y mil partes del cuerpo en completa irritación, no lo dudábamos ni un minuto.
Nunca creímos que iba a ser tan fuerte, pero desde ese día supimos que lo queríamos repetir todas las veces posibles en el futuro.
Jamás llegamos usar esos preservativos y hasta tuvimos la inconsciencia de disfrutar todas sus eyaculaciones (bien) adentro.
Nunca me canso de recordar ese día. No por que los que siguieron no fueran igual de buenos, sino por que fue el primero.
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Se dice que la sexualidad comienza en la más tierna infancia. Muchos la hemos tenido y la hemos desarrollado con total normalidad, o sea sin ninguna moralidad.Tengo algunos recuerdos de estas experiencias. Por ejemplo una típica tarde de verano en la terraza, durante largas horas de pileta de lona, chapoteando con una amiguita que se quedaba siempre en casa. Con nuestros 11 años hacíamos muchas cosas nuevas, como fumar cigarrillos a escondidas o jugar a "los novios". Con las persianas cerradas, el sol iluminando nuestros cuerpos por las hendijas. Ambas con las mayas mojadas de la pileta, una sobre la otra hacíamos movimientos de cópula sexual, dándonos tímidos y mínimos besos de lengua. Juegos que alguna vez hemos repetido en baños de inmersión de la bañera de mi casa.Un poco más de grande, con unos 14 años, tengo muy presentes los fines de semana que pasábamos en la casa de mi abuela con mis primos. Una noche en especial, con mi prima, que tenía una edad casi como la mía, hablábamos de masturbación en tono de complicidad. Ella me dijo que nunca lo había hecho, no sabía como hacerlo y no sabía lo que era un orgasmo. Yo que ya llevaba un tiempo experimentando en el tema, no pude contener las ganas de explicarle el detalle. Le conté como lo hacía, pero no lo entendió y entonces procedí a explicárselo sobre su propio cuerpo. Con un poco de vergüenza accedimos al experimento. La empecé a tocar directamente bajo la ropa interior con suaves movimientos. Le expliqué que era exactamente allí donde tenía que tocar y que ese lugar sensible era su clítoris. Aunque yo no sabía hacerlo muy bien de esa forma, a ella parecía importarle poco y lo disfrutaba mucho. En algún momento me pidió que parara y después que siguiera. No sé si ese día finalmente aprendió, pero yo me calenté bastante y quise demostrarle mi técnica personal. No obstante, cierto pudor no me dejo llegar a enseñarle mi orgasmo.Buceando en mi memoria sobre sucesos aún más lejanos, me sorprendo recordando experiencias sexuales a unos tiernos 7 u 8 años. Fue con el hijo de una pareja amiga de mis padres. Ellos se veían seguido y nosotros pasábamos mucho tiempo jugando con la puerta cerrada. Nos metíamos en la cama, abajo de las mantas haciendo y decíamos: ¿Cojemos? Entonces el sacaba su pequeño sexo, yo separaba los labios del mío y hacíamos "panchito". Así contado suena un poco gracioso. Aunque hay que ver que nosotros lo hacíamos muy enserio, pero siempre con alegría.Hoy, con el termómetro en la mano y vestida de doctorcita, quiero a jugar a curar tus heridas con besos y bálsamos llenos de éxtasis sanador.Juguemos, que si es lúdico va a ser más puro, más divertido y más saludable.Juguemos en el bosque...Siempre habrá, en el rincón de todo ser, un lobo dispuesto a corretear a una caperucita indefensa y acalorada, con una pollera cortita y colorada.
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12. HOT BAR
Hoy te encuentro solo en la barra del bar. Esta noche elegiste cambiar de bebida y llevas unos cuantos tragos, aunque no de más, los justos y suficientes para sentirte bien animado. Así que no pones resistencia cuando con paso imperceptible me acerco hasta tu espalada Con la boca a la altura de tu nuca suspiro y te apoyo los labios justo debajo de la oreja. Me miras de reojo y me dejas hacer. Empiezo con besos pequeños que van bajando hasta donde termina tu cuello, y justo en el ángulo en el que empieza el hombro te hago un mordisco suavecito, de esos que erizan la piel y dan escalofríos.
El juego está muy lindo, no aguantas más. Haces un giro completo para quedar cara a cara y empezar a comerme la boca de lo sutil a lo voraz. La excitación ya es nuestra y no se va más, pero yo te paro en seco, porque a veces menos es más, y por que me gusta ir de a poco, guardar lo mejor para el final.
Hoy voy a cumplir una fantasía. Me acerco a la mesa de pool y me saco la ropa para dejarme puesto solo los zapatos de taco alto o los borceguíes negros que uso siempre. Entonces me doblo en "ele" hacia adelante, apoyando todo el torso sobre el paño verde. Mi cara descansa de lado, cerca de la bola blanca y mi sexo queda expuesto, listo para recibir, justo a la altura del tuyo. La imagen es muy tentadora .Te acercas erecto para posarte justo en la entrada aterciopelada que da acceso a mi vientre. Apenas me tocas con la punta para entrar solo un poquito y lo sacas, para volver a repetirlo y entrar un poco más, otro poco más hasta en una sucesión de veces llegar a lo profundo. Nuestros sexos se abrazan fuerte, parecería imposible separarlos. Pero ahora paras vos y doy el giro completo para hacer caso a tu brazo que guía mi cara a la altura de tu pelvis.
Mi boca está caliente, lubricada de deseo. Allí me quedo un rato, usando la lengua, los labios, las manos. En poco me vuelvo una experta en aumentar la temperatura de tu sangre. Quiero llevarte al borde del abismo y cuando estas a punto de acabar, paro y me tiro de nuevo en la mesa de pool.
Una vez más quedamos a la altura justa y aunque estoy acostumbrada a tener mis orgasmos sobre vos, esta vez te quiero tener arriba. Mientras me das unos buenos empujones yo me toco, aunque lo prefiero sobre vos, hoy me toco. Entonces, cuando estoy por llegar, quiero tenerte más cerca y aprieto fuerte con las piernas alrededor de tu cintura, mientras solicito con urgencia una de tus manos en mi culo. AHHAHSSSIIIIAAAAAHHhhhhssiii...
Ahora te toca a vos y no duras ni un minuto más. Me parece perfecto, pero lo único que te pido es que no te vayas adentro. Quiero que lo hagas sobre mi cuerpo todo lo que alcance; desde el ombligo hasta donde empieza mi vello púbico. Después lo uso para distribuirlo sobre el resto del abdomen. Mi piel queda suave y satisfecha.
Listo, terminamos, pero si queres después de un vaso de cerveza helada empezamos de nuevo.
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13. EL SER PRIMITIVO
Según lo intuyo todos llevamos dentro, en mayor o menor medida, aquella sensación de cárcel normativa que es la de las convenciones sociales, las que nos dictan los "qué" y los "cómo" de todas las cosas. Y dentro de nuestro ser, con su psiquis alfabetizada y su interior endurecido, corre en las venas algo que escapa a ese ser doméstico, civilizado. Pulsiones viscerales asienten, afirman, la necesidad de realización de lo impulsivo, de aquello que escapa al consenso de una supuesta moral, al insensato concepto del bien y el mal.
Es mi elección ejercitar la libertad de mostrar por escrito mi intimidad sexual, mis fantasías, a todo aquel que le interese meter su curiosidad entre estas líneas. Por ello, valoro profundamente el privilegio de tener el tiempo y la dedicación del lector. Festejo el logro de provocar sus reflexiones, excitaciones o sensaciones, cualeséan, porque allí es donde se evidencia lo vital.
Es mi libre elección mostrar fotografías de mi cuerpo desnudo, o ejecutar actuaciones performáticas con contenidos erógenos.
Exhibicionismo interior y exterior...
Lo hago porque quiero, por que mi afortunada figura genética me lo permite, por que yo me lo permito, y por que este momento de mi cuerpo y mente es único e irrepetible. Es plenificante percibir a aquel que lo disfruta, porque sin dudas detecta como lo disfruto yo. Ojala así fuera siempre. Pero lamentablemente no todos pueden vivenciarlo de esta manera: Causa un gran desconcierto que en un mundo en el que la violencia, la degradación, la injusticia y la discriminación no generan demasiada sorpresa, alguien pueda sentirse ofendido con un desnudo o un relato erótico. Pero ocurre.
Salvando toda diferencia, habría que entender que un culo, por ejemplo, es una parte del cuerpo como lo es un codo, y que su imagen y lo que representa, es una construcción simbólica.
La vuelta al ser primitivo es hacer el ejercicio de ver las cosas despojadas de ese juicio heredado. Así, si se quiere seré una diosa o quizás una mujer del montón. Pero cada ser porta cualidades únicas e irrepetibles. Y yo siempre seré yo: con el culo grande, las tetas medianas, la cintura ajustada y la boca deseosa. Mi mirada se mostrará asesina, salvaje o temerosa y vacilante. Y mi cabeza danzará, por momentos, más desatada de lo que quisiera...
En la realidad de este instante, dos de mis dedos redondean uno de mis pezones. Ahora escribo con una sola mano para que el dedo índice de la otra acaricie el comienzo de mi "sonrisa vertical". Por último, húmedo, uso ese mismo dedo para apretar la tecla que escribe, dedicado al lector, este punto final.
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Noche buena puede ser una noche más. Pero una noche cualquiera puede transformarse en una noche buena si se dispone de los ingredientes necesarios y la voluntad de preparar este banquete especial.
Ingredientes:
-Cabecita fantasiosa (1).
-Deseos de aventura y buena disposición (2).
-(mi) Gordo de navidad (con panza cervecera) (1).
-Cámara de fotos (1).
-Gorrito de papa Noel (1) y otros accesorios.
-Gel íntimo (1).
-Firme mesa navideña (1).
-Almohadones (varios).
Preparación:
Comenzamos calentando el ambiente sacándonos toda la ropa, ambos. Me coloco los accesorios navideños sobre el cuerpo desnudo: solo medias y gorrito, finalizando con una coloración roja en los labios. Empezamos una sesión de fotos proyectando las distintas posiciones que se van proponiendo para luego ser ejecutadas sobre la mesa. Terminada las fotos estamos listos para empezar; lo indica la erección de mi compañero.
Me recuesto sobre la mesa boca arriba, sin mantel para evitar deslizamientos. Coloco los glúteos al borde de la mesa y levanto las piernas hacia mi pecho. El se acerca. Se unta con el gel íntimo. En respuesta a mi pedido, comienza a hacer círculos con la punta de su sexo, acariciando la entrada del mío. El efecto es ardiente. Los círculos son chicos, luego un poco más grandes y finalmente pequeños accesos. Coloco las manos bajo mi cola para una penetración completa, la altura lo hace conveniente. Después de un rato me quiero dar vuelta.
Apoyo el vientre sobre la mesa y dejo abajo las piernas. Estamos llevando un ritmo lento sintiendo cada centímetro del "mete y saca". Me estoy lastimando las piernas con el filo de la mesa y paramos para incluir los almohadones, yo abajo de mis caderas, él en el piso para ganar altura. Entonces le digo que ahora sí, que el acople está perfecto y que ya no pare. El ritmo se acelera un poco más para terminar en varias sacudidas, que en pocos minutos dejan lista para aplicar, la "clara a punto de nieve". Se puede rellenar la pieza con esta preparación, pero por motivos decorativos terminamos el plato con una viscosa y vistosa laguna blanquecina en el hueco que forma el arco de mi cintura, hacia el final de la espalda.
Me debo haber portado bien este año por que no tuve que esperar las cero horas del 24 de Diciembre para que me dieran un regalo especial, que no es un juguete, pero sirve para jugar y jugar.
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LIBROS DISPONIBLES (edición 2012)
Para regalar, para sumar a la biblioteca.
Solicitar a: cecilepleasure@gmail.com







